viernes, 22 de junio de 2012

Non tittle.

Este blog nunca fue más que una intensión de un íntimo diario, de una chica que pasaba sus días rosados de la adolescencia.
Ahora, ya mas vieja -o ni tanto- me levanto y lo veo, lo pienso y me apeno. Ya no quiero estas memorias rosadas. No quiero estos lamentos románticos ni estas ideas de amor. Esos poemas entrecortados donde el aire se rellena en mi pecho y cae en un suspiro frágil de la juventud que aún prevalece a mis veintiún años.

Si pues, no tan mayor soy para sentirme muy madura al respecto de nada, pero lo suficiente para darle un cierre a esta vida, a este diario y a estas cartas de tan profundo cariño y sofocante ambivalencia. Me despido de mis recuerdos de Helena, de mis memorias a mi mamá, de mis amores perdidos y de las noches donde les dije a todas mis penas con esa valentía disparata lo que no se podría decir de frente por cobarde.

Me despido de esa parte adolescente de mí y crezco. Me desvelo de mí y me alejo. Porque ya no soy yo, soy alguien más que ha tomado mi cuerpo y ahora soy otra mujer con otra alma, pero sigo siendo, alguien mejor.

Hasta luego, hasta pronto, hasta nunca.

-Claudia.

martes, 28 de febrero de 2012

Ella.

Ella ya no se da cuenta. Camina por una avenida de sueños, ilusiones y cuentos. Nos habla de cómo vivió allá y acá, de cómo vio todo construirse, de cómo es ciudadana del mundo. Ella es amiga de todos, y todos la quieren a ella. Ella sonríe, con los pocos dientes que adornan su rostro, y esas arrugas que caen gentilmente sobre su cara. No espera que nadie la entienda ni que le responda, incluso que le hagamos caso. Muchas veces, yo no lo hago. Solo quiere que la escuchemos con sus historias fantásticas y sus recuerdos de amor.

Porque ella amó, hace mucho, a un hombre.

Ella tuvo esa suerte, ya que en sus tiempos, todo el mundo se regía bajo en dedo cruel y mandatario de quien creía que era lo mejor para el resto. Ella no, ella eligió a quien sería el compañero hasta el fin de sus días. Los de él. Siempre que puede me cuenta, orgullosa, sus viajes juntos. A veces como secretos, a veces como momentos divertidos, juegos celestiales que se asoman en sus ojos con lágrimas cristalinas que rebelan que él ya no está. Que lo extraña y que espera verlo pronto. Me cuenta cómo se conocieron, no menciona su nombre y sonríe nuevamente con esa mueca entre triste y feliz.

Y yo pienso, Dios, aunque sea, dame un pedacito de ese idóneo, que ella encontró.


Yo creo, que cuando habla de él, ella es más lúcida que nunca, porque si bien, no se puede vivir del amor, a veces son esas cosas milagrosas las que nos salvan de morir de pena. Y esos cuentos que ella tiene, en los que es reina del mundo, le dejan taparse los ojos y no ver que ya no hay nadie a quién mirar.

sábado, 18 de febrero de 2012

Lágrimas y una bonita sonrisa de un chico bonito.

Sentados en el carro, nos abrazamos, fue como esos fines de películas en los cuales, las parejas de dramas felices, se miran y saben que se aman eternamente, porque su eterno es el final feliz que los une. No nos miramos, porque cuando nos abrazamos solo nos hundimos el pelo del otro y nos dejamos consolar.

No lo escuchaba llorar, porque sé que no se dejaba, solo escuchaba su respiración alta y que resoplaba, como agitado. Recordaba esos ojos rojos que me miraron antes que, en un acto inmediato, nazcan mis brazos a su rededor. Saqué la llave del carro y los ruidos de él, pararon.

Vamos al parque, a nuestra banca donde siempre lloramos.


No quiero... Que me vean llorar


Nos miramos un rato y no nos decíamos nada, su cara estaba con el rostro encogido. Le saqué los lentes y le volví a abrazar. En esa clase de abrazos que son largos y sanan. No sé en qué momento salió la conversación, no son de formas planeadas, son de esas formas extrañas y curiosas, como nuestra amistad. Un beso cayo en una mejilla y la sonrisa floreció.

Te quiero, Claudia.


Esa necesidad de invadirlo y los nobles sentimientos cayeron como algodón. Un beso en la mejilla, un beso en la boquita.

Te amo, Elvis. Te amo mucho.


Y una bonita sonrisa, se asomó.

martes, 10 de enero de 2012

Público.

Yo no quiero un amor civilizado,
Con recibos y escena del sofá;
Yo no quiero que viajes al pasado
Y vuelvas del mercado
Con ganas de llorar.

Yo no quiero vecinas con pucheros;
Yo no quiero sembrar ni compartir;
Yo no quiero catorce de febrero
Ni cumpleaños feliz.

Yo no quiero cargar con tus maletas;
Yo no quiero que elijas mi champú;
Yo no quiero mudarme de planeta,
Cortarme la coleta,
Brindar a tu salud.

Yo no quiero domingos por la tarde;
Yo no quiero columpio en el jardin;
Lo que yo quiero, corazón cobarde,
Es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
Y matarme contigo si te mueres
Porque el amor cuando no muere mata
Porque amores que matan nunca mueren.

Yo no quiero juntar para mañana,
No me pidas llegar a fin de MES;
Yo no quiero comerme una manzana
Dos veces por semana
Sin ganas de comer.


Yo no quiero calor de invernadero;
Yo no quiero besar tu cicatriz;
Yo no quiero parís con aguacero
Ni Venecia sin ti.

No me esperes a las doce en el juzgado;
No me digas volvamos a empezar;
Yo no quiero ni libre ni ocupado,
Ni carne ni pecado,
Ni orgullo ni piedad.

Yo no quiero saber por qué lo hiciste;
Yo no quiero contigo ni sin ti;
Lo que yo quiero, muchacho de ojos tristes,
ES QUE MUERAS POR MÍ.



Y morirme contigo si te matas
Y matarme contigo si te mueres
Porque el amor cuando no muere mata
Porque amores que matan nunca mueren.


Joaquín Sabina y Fito Páez. Contigo.

domingo, 8 de enero de 2012

Imagino

Imagino que quizás debería decir algo, abrazar mi molestia y despotricar con malicia, con toda la sinvergüencería que mi cuerpo, pocas veces, se digna a abandonarse.

Enfadarme, expresarme con el enrojecimiento que me abunda tras la pequeña forma en cómo uno puede juzgar, decir y, sin cohesionar antes, lo que esta a punto de brutar por los labios, con una serenidad que no tiene un sentido más allá, que la neblina que nos gira en derredor.

Recuerdo que alguna vez me escuché la palabra ciclo trófico. Si bien eso se aplica para la comida, la vida esta llena de ciclos, de cosas que conllevan a otras, si no existieran tantos prejuicios, quizás no habría tanta gente pobre, y quizás no habría tanta brecha social; no obstante, la existía de prejuicios -y el crecimiento de los mismos y nuevos- genera más gente en escasez. Se agranda la brecha.

Yo vivo en un ciclo, donde mi padre comporta como él solo se puede comportar, y tú me llamas la atención de lo que tú crees que vivo, mi madre vive su vida de madre excepcional -y no hago sarcasmos al respecto, es una madre increíble- y mi hermano "habla solo en su cuarto". Y se repite una y otra vez.

Pero imagino que, como todo en la vida, tiene un quiebre, un ente que en algún momento se agota ante la sobreexposición y ambos choca, como dos imanes que se apartan y todo queda sobre-expuesto. El ciclo cae en recesión y hasta que todos quieran verse las caras, mantener una vida en familia y seguir ese ciclo con naturalidad: hablar solos, ser excepcionales, y volver a ser padres tan frontales -por maquillar todo de alguna forma- debe pasar un tiempo de tensiones, miradas incómodas y dolor.

Antes que nuestro ciclo regrese a la normalidad, yo no quiero verte.

O despotricaré con llamas de fuego cayendo por el rostro, y los ojos hinchados de cólera, por el atrevimiento que planeas. Porque mi paz no es la misma. Porque te acercas y merodeas mi espacio. Porque te burlas de mí y de mi forma de pensar al acercarte con tu planteamiento cursi de que el perdón existe y que debo entregarlo a diestra y siniestra, como si cualquier persona fuera merecedora de un obsequio tal. A ver, cómo te ganas algo así.

Porque si algo de TI he aprendido es que hay palabras que no se desperdician en momentos equivocados. Y ahora, decir lo siento es uno de esos.

martes, 6 de diciembre de 2011

Cuanto no estas - II

Día 8
Cuanto la tormenta pasa... Algo sucede después. No recuerdo qué, pero siempre sucede algo. Ahorita estamos en medio de ese "algo". Porque tú estas viviendo un estado muy diferente al mío. Es como si viviéramos en épocas diferentes, en años diferentes y fuéramos personas distintas.

Hablarte se ha vuelto algo menos tenso para mí ahora. De ayer a hoy ha existido un cambio bastante notorio. He pasado por una especie de aceptación. Sé que no te vas a dar cuenta de que estoy molesta hasta que regreses, no te has dado cuenta de que me siento mal o nada. Nada de nada, como dicen a veces en las telenovelas. Entonces, no me queda nada más que esperar y ser paciente. Lo cuál, no te mentiré, no es fácil, nunca he sido paciente en mi vida. Solamente mírame cuando uso al computadora, siempre terminan con las pantallas blancas, agredidas por mis intensos y desesperados clicks.

En fin, hoy hablamos, es viernes y me comentaste de fiestas. Desde que me llamaste el miércoles es todo lo que me hablas, fiestas y puras fiestas. Por lo que leo en la página del ELEA parece ser todo eso. La eterna celebración. Eso me sorprende-incomoda-extraña. ¿Te has ido a tonear? ¡Entonces te has ido al tono más caro de tu vida! Espero estés sacando algo más que alcohol en tu sangre.

"Travesura en mi cumpleaños" Esa frase sacaste a relucir, en tu cumpleaños, sí pues, qué pasará en tu cumpleaños, el ir a dormir a tu casa. Hasta hace muy poco, no he querido ir, es más, aún no quiero porque el estar contigo sola o la intimidad me hace sentir muy obligada. No me gusta la obligación, no ese tipo de obligación. No quiero presionarme a acercarme, no ahora. No nunca. Sentí que cuando mencionaste tu cumpleaños, mi voz se disolvió en la línea y sus tonos bajaron bastante, como si de pronto, se apagase hasta un ligero mute. Como si la saturación de color se degradase hasta el blanco y negro. Seguimos hablando.

Me di cuenta que ya no era esa chica de voz hosca que parecía enrojecida en cada línea que soltaba por la boca, estaba más tranquila, más serena. Tenía momentos y altibajos en la conversación, pero ya no tenía esas ganas de colgar el teléfono, ya no quería hacerlo. Quería asegurarme de saber que de verdad estaba hablándote a ti, a quién no le había hablado en tantos días.

Día 9
"Ven a recogerme" sentí que mi corazón latió fortísimo. No sabía como responderte, si decirte que no. Así que te dije que sí. Porque, sobre toda cosa odiosa, SÍ QUERÍA. Quería verte, te había extrañado, por más que había maldecido tu nombre en vano y había decidido no darte cabida en muchos lados. Tenía curiosidad de ver en qué te habías convertido, si de verdad seguías siendo eso que recordaba... Quería verlo.

Porque a veces soy una mala creyente, y necesito ver para creer.

Conversé con mi mamá, y me dio el permiso. Pero no contaba con los medios, la forma de ir. Me dijiste que moverías los hilos para que llegue a ti. Eso me sorprendió, pero no lo creí posible. Me sentí nerviosa, porque no quería forzar situaciones en tu familia y que me lleven por obligación, sería incómodo. Pero ambos queríamos que esté ahí por diversos motivos. Imaginé por un momento que me extrañabas y que querías verme, y eso me ablandó el corazón. Es inevitable que los sentimientos broten entre el fastidio o la necesidad, pensé. Porque no voy a dejar de quererte en una semana. Recuerdo que hace mucho tiempo -dos años quizás- me dijiste que si nosotros termináramos o nos separáramos por esos desvaríos de la vida, sufrirías, sí, un par de días pero luego seguirías adelante. Me sorprendí por tu capacidad de recuperación y, bueno, no te mentiré, me sentí un sencillo en tu recuerdo. Esta vez me pregunté si todo sería igual de simple. Me lo negué por un momento, no podría -creo- porque sino no me estarías diciendo para que te recoja en el aeropuerto. No creo que solo sea un capricho tuyo. Aunque nunca se puede saber.

Entonces solo esperé un momento, a ver si algo sucedía, si alguien llamaba a decirme algo. Si sonaba el teléfono con ese ring esperado.

Pasó hasta la noche que llamó tu mamá. Me había olvidado de ir al aeropuerto, o de que eso podía suceder si quiera para ese momento. Su voz sonaba tan animosa como siempre al inicio, de pronto se fue enroscando en una incomodidad aterciopelada que le mordía la lengua en le teléfono. Me di cuenta que llevarme no le era un placer.

Quedamos en que vendrían por mí a las 10, inicialmente le ofrecí encontrarnos en la Richi, para hacerlo menos obligatorio, pero luego me dijo que vendrían a mi casa. Esta bien, ¡muchas gracias!

Colgamos, pensé que nos habríamos hecho más cercanas después de toda esta situación de que te habías desaparecido del mapa a tu gusto, pero bueno. Imagino que no fue así.

Día 10
He dormido mejor de lo que quizás otras personas podrían pensar, normalmente se podría imaginar que estaría ansiosa por tu venida, pero he dormido plácida y hasta tarde. No he tenido necesidad de levantarme temprano y he estado perezosa. Me ha gustado dormir y hacía tiempo que no dormía tan bien. Ha sido reconfortante especialmente en esta semana de tan malos sueños.

El día ha sido muy lento, muy pesado. Sé que ya debes estar en Santiago, al menos, me dijiste que a partir del medio día, ya estarías ahí. Me he puesto a repasar por un momento la semana. Me acordé de un profesor, que no sé ya en qué día, me hizo unas bromas muy graciosas y comprometedoras con respecto a ti. Que seguro te habrías tirado a muchas chilenas. No sé si sea así. No sé si seas ese tipo de chicos, a veces creo que no, pero en tus sueños siempre te tiras a chicas distintas a mí. Y sé que con Paolo les gusta pensar en distintas mujeres. Imagino que son esas fantasías de hombre que siempre les abundan. ¿Qué haré si algo así me viene de sorpresa? Recuerdo que una amiga me dijo que su chico, en un viaje, estuvo con otra chica, y ella lo perdonó, pero... Yo no soy como mi amiga. Yo no pienso en que haya otras chicas o en verte de la misma manera.

Qué difícil es filosofar y pensar cuando no te tengo para comprobar todas mis dudas.

La llamada de tu mamá ha llegado a eso de las 6pm. La contesté sorprendida, la esperaba un poco más tarde, me dijo para encontrarnos en Plaza Lima Sur a eso de la nueve, le dije que ya. Tenía tiempo. Todavía estaba haciendo fotografía pero hasta terminar y arreglarme estaba sobrada.

Click, shot, click, shot, click, shot...


Volvieron a llamar a las siete. Era tu mamá de nuevo, me dijo que quería verme en quince minutos en Plaza Lima Sur. No la hacía, ni en taxi, ni en nube voladora. Me sorprendí su cambio. Me dijo que era porque iban a visitar a un familiar. Le pregunté que porqué el cambio y me dijo que les era más fácil. Me incomodé. Sentí mi estómago dar vueltas y... Sí, es la verdad, quise colgarle. Le propuse encontrarnos en la Ricardo Palma. No... No, no, no. No iba a ir. Me di cuenta que no había forma de que fuera en ese momento, quizás, querían que fuera algo muy familiar. Le diré que estabas ocupada con tus cosas de la universidad, si, sí. No dije nada porque no iba a cambiar de opinión, y todo estaba decidido.

Se fueron y yo no fui.

No lo negaré, me quedé quejándome y lamentándome en mi cuarto por no haber ido. Al final, si quería estar ahí. Mi mamá me dijo que bueno, que ahora tenía tiempo para descansar, que nos veríamos con más tranquilidad el lunes. Yo quería revolcarme un momento más en mi fastidio.

Pasaron unas horas y recibí una llamada, eras tú con una voz que sonreía. Me dijiste que ya estabas acá, que estabas con tus papás y reclamabas mi presencia. Se escuchaban los pasos en tu redor y los tuyos. No fue una extensa llamada, pero nos prometimos vernos. La prontitud era algo que no se alcanzaba con la facilidad que quisiera para saciar la repentina y casi casual ansia de verte.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Cuando no estas - I

Día 1
Te acompañamos al aeropuerto, en realidad nadie sabe que te acompañe salvo muy poquitas personas, creo que solo dos personas además de tu mamá, tu papá, tú y yo. Es algo que he querido mantener en privado, para  mí solita.

Cuando nos hemos despedido, no ha sido tan dramático como pensé. Eso me ha aliviado. Me ha ayudado repetirme que no es tanto tiempo, que volverás pronto y que nos abrazaremos mas fuerte cuando regreses. Todo será mas lindo cuando regreses, porque estarás de vuelta.

Estoy emocionada por tu viaje, porque es algo que te ve a ayudar a ser mejor persona, a desarrollarte mejor como profesional-arquitecto-estudiante. Es una oportunidad. ¡Y la has tenido! Eres un lucky boy, debes sentirte feliz, y estar alegre de que vas a poder ver las cosas diferente. Volverás con nuevos panoramas, nuevas inspiraciones y pasiones más grandes por esta carrera que amas. OHH, estoy feliz por ti.

Y bueno, regresemos un momento de nuevo al aeropuerto, cuando nos despedimos y estabas por entrar a esa puerta extraña por la que yo no podía entrar. Estaba un poco extraña porque habían venido tus amigas y eso -para serte sincera- me cohibe un poco. Pero cuando me dijiste "hasta pronto" me estampaste un beso tan poco solapa que me sorprendiste. No sabía que hacer. No fue como esas veces que nos besamos de costado y a escondidas de tus padres o de los míos, cuando nos despedimos en las puertas de nuestras casas o carros. Porque, siendo sinceros, somos personas tímidas. El afecto no es algo que ebulla en nosotros frente al resto. Frente a tu padres, frente a nuestros amigos o frente alos extraños. Fue espectscular de formas distintas, de colores distintos. De palabras inexpresables, porque inmediatamente después te vi caminar rumbo a un lugar donde solamente podía hacerte "adiós" con la mano y una sonrisa.

Mas tarde, Día 1


Es de esas cosas extrañas que te calientan el alma, estas feliz y triste a la vez. Como la ley de Pasteur. Estaba feliz de que te fueras a recorrer tus lugares intelectuales y que conozcas, que sepas, que vengas más sabio, pero también me hacías falta. Saber que ya estabas trepado en tu aviòn y que no te verìa en muchos días era algo que me daba pena. Mas allá de las celebraciones, los aniversacios y quizás, tu cumpleaños, eso todo puede reorganizarse. Tu presencia frente a mí, no puede rematerializarse. Esas cosas de la teletransportación debe hacerse realidad.

....


Entró una llamada, ¡eras tú con tu voz gloriosa y salada! Ha sido tan extraño y bueno escucharte. Fue una conversación sana para mí. Sana para los nervios. Me hablaste de tu llegada, de tus desvarios y del robo, pérdida o cómo sea. Yo tiendo a exagerar pero no sé si es propiamente una exageración, estoy preocupada porque, bueno es un país extraño, con calles distintas y gente difusa. Siempre cualquier lado es mas calmo que Perú escucho decir a veces pero no me tranquilizo. Te has separado de TUS chicas y te quedarás en la noche, solo, esperando y me congestiono de a pocos, con esos sentimientos como nubes que me hacen cuestionarme si debo o no avisarle a tu mamá, que me acaba de llamar también. Esa sensación agridulce en la boca y ese miedo comienza a subir por la garganta.

Día 2
El día nostalgico, porque recién te has ido pero todo esta  tranquilo. Las cosas pasan con naturalidad. El día avanza sin que piense tanto en ti como debería, pero si, cuando regresas a mi mente te recuerdo con tanto cariño que debo olvidarte necesariamente, sino, no podré concentrarme. Le pregunto a mi mamá por ti, y ella me dice que estarás bien. Le cuento que te extraño y ella se ríe de mí. Me dice que debes estar escogiendo las cosas que traerás para nosotros.

Llega la tarde, el sol no cae porque ha sido un día gris. Por razones que mi mente no recuerda, estoy en la UPC y recibo una llamada, es tu mamá y pregunta por ti. No, no he recibido llamadas tuyas. No, no se nada de ti. No sé que le han robado, no sé que se estan yendo solo hasta Temuco señora. Por un instante, le pedí el teléfono de A.K. tu mamá balbuceo y se negó a darmelo, imagino que pensará que actuaré como una enamorada loca y te llamaré cada segundo. No tengo tanta plata como para llamarlo tantas veces. No tengo el tiempo tampoco, pensé. Debo ser sincera, me incomodé.

Me quedé mirando un rato la pantalla y me congestioné de ese miedo un momento, ¿por qué no llamas? Ya deberías estar en Temuco, ya llegaste, ya tomaste el tren-bus-lo que sea que debiste tomar. Ya estas allá. Pensé en tu mamá y me desesperé un poco. Ojala no hayas sido tan confiado de dejarte robar.

Día 3
Hoy es un día más iluminado, pero no he dormido mucho en realidad. Una llamada a entrado cortando el sueño de repente. -Hola Sr. Eda- Un bostezo se queda trabado en la mejilla izquierda. Me preguntó por ti, le dije que no sabía nada, pero recordé de nuevo el robo-pérdida y que te habías ido solo. Tragué saliva y me sentí mal. No saber y saber estaba siendo un problema. Lidiar con una madre preocupada no es mi trabajo. Yo solo soy una amiga, una enamorada con las justas. Incluve a veces no se si cumplo ese rol. Ya ni sé que soy.

Entonces, le dije. Ella llenó al conversación con "uy's" y "ohh's". Mencionó que necesitabas plata. Cada una colaboró con información que preocupaba más a la otra. Fue horrible. Esa tarde, solo estuve preocupada y pensé porque carajo este chico no se comunicaba. Comencé a investigar. Yo nunca investigo nada, entonces, fue algo extraño, no suelo enterrarme entre la información porque me siento extraña. No me gusta empapaparme con cosas que son tan ajenas a mí.

Vi el ELEA y el CPEA desde afuera, desde las pespectivas que una extraña como yo vería. Mandé mensajes y pregunté, no conseguí respuestas inmediatas y averigüe que existía un grupo para padres angustiados y conocedores de los medios cibernéticos. Es hora de acudir a ti, dichoza mentira, pensé. Escribí como si fuera la hermana tuya y pregunté por ti, pero nadie me dio una razón. Nadie me dijo si sabía de ti o de la delegación peruana.

Me fui a mi cama con el estómago revuelto y un nudo en el pecho. Esa parte poco noble de mí maldecía tu no-comunicación.

Día 4
El sueño parecía haberse divorciado de mí. Pero lo he decido tomar de buenos ánimos, Hoy debes comunicarte conmigo, vamos a cumplir dos años y desde hace tiempo me has convencido de que va aser algo especial. No he querido darle importancia, de verdad que no, porque siempre hemos tratado con normalidad todas estas fechas, pero el hablar de festejos para esta fecha me ha hecho prestarle una especial atención. Yo sé que vas a llamar hoy. Seguramente te has guardado para hoy.

Algunos amigos ya saben que te has ido, y que no te has comunicado conmigo ni con tu familia. Saben que estoy algo fastidiada contigo por estos retorcijones que se tornan grises, azules y morados, según mis estados de animo. Pero hoy vas a llamar. Debes llamar. Estoy tratando de no molestarme, y mostrarme comprensiva porque debes estar bien, mi mamá me ha tratado de convencerme de ello. Además, si estas bien, ¿por qué no llamarías? No tendría sentido.

Mis clases terminan tarde y he estado un poco ansiosa todo el día, me dijiste que están dos horas adelantados-atrasados en Chile así que no sé cuando llamarás. Hoy tu mamá me a vuelto a llamar durante una clase, le he dicho que no me has llamado, pero imagino que llamarás. Que pronto lo harás. No creo que la haya tranquilizado. Pero me dijo que me volvería a llamar y que le avise cualquier cosa. Suena con tan poca calma que me puso nerviosa. Ahora no sé si confiar en escucharte hoy.

Ya son las diez. He llegado a casa y en nigún momento sonó mi celular, ni mi casa, ni mi nextel. De este últmo llame a AnaKarem varias veces, pero ninguna llamada entró. Me han dicho que el cógido que sale -A4- es porque ella no tiene saldo, he pensado en ponerle saldo, pero a la vez, me cansa la idea de hacerlo. Siento que no es mi responsabilidad. Estoy enfadada. No hay comunicación para Claudia hoy. No hay llamadas para la Sra. Eda sobre su hijo. No estas para nadie, solo para ti. Siempre para ti. Yo no quiero eso. No quiero eso cerca de mí.

Día 5
Hoy tuve una pesadilla horrible. No quiero hablar de ella. Mi mamá me despertó y me fastidió por las ojeras, esas manchas moradas bajo mis ojos. Yo no le dije nada pero me fastidié. Le hablé de ti como usualmente estoy haciendo todos los días. Le vi atenta a todas mis palabras. Le dije que no sabía nada de ti, que estaba angustiada. Sentí mis mejillas calentarse y mi ceño arrugase. No la miré hasta que terminé de decir todo lo que quise. Ella me dijo luego que debías estar bien. Te defendió. Me enfadé más. ¿Porqué todos tienen esas necesidad de defenderte? ¿Como si el hecho de que no dijeses nada, no sepamos nada de ti, no sea nada malo? Eres desconsiderado, muy desconsiderado.

Me acordé de tu mamá que me preguntaba por ti, de los correos ocasionales de tu hermana, en los que también me decía que avisara si sabía algo de ti. Todos nos preguntábamos por tu paradero. Y tú, a la mierda.

Nuevamente se presentaba la incognita, ¿quieres eso en tu vida? No, no lo quiero para nada. Si no quiere a nadie más que a él. Si no quieres a nadie más que a ti, bueno yo tampoco te quiero.

Tu mamá me llamó en la tarde, me avisó que tenía una profesora que se había comunicado con una chica de otra universidad peruana y que ella -la profesora- se enrumbaría para allá el día siguiente, yo había conseguido un nextel de sevicio internacional para comunicarme contigo, pero decidí que sería mejor que te lo lleven allá. Así tus papás tendrían a dónde llamarte. Ese día más tarde, me vi con mamá.

Solo una vez había visto a tu mamá tan ajetreada y poco arreglada, esa vez que salió del hospital porque estuvo mal una noche, esta vez, estaba un poco así. Se le veía desorientada, como perdida y acongojada. Su voz temblaba extrañamente y tenía un apuro que salía desde dentro de ella. No caminaba con la seguridad de una señora de su casa, que maneja una empresa grande y que ha salido adelante, como suele caminar. No camina con la seguridad de una progresista.Caminaba como yo, como alguien que no sabe sostenerse sobre sus tacones, que son tan altos que teme caer en un vacío que no tiene un fin, con los ojos huecos de tristeza y miedo.

Le di el celular y le expliqué cómo se usaba. Le dije el número y me comentó con la voz baja que se iban a la casa de la profesora. Vi el rostro de tu papá también, tenso y nervioso. Nunca lo había visto así. Siempre es poco expresivo. Me dieron las gracias, nos sonreímos apenas y se fueron cuales balas por las avenidas intricadas y el tránsito. Yo regresé a casa pensando que sí estabas bien, pero que ya no eras nadie de lo que yo conocía.

Día 6
Era un día extraño, había dormido un poco más que otros días. pensé que era porque había tomado la decisión de que ya sefiní, como dice mi papá. Mientras pasaban las horas, te recordaba con sentimientos encontrados, colores dispares y maltrechos. Saliendo de la ducha, mi celular sonó. Otro mensaje de Movistar, que fastidio.


"Hola mi vida, mi amor, mi chocolate. Recién puedo comunicarme porque anakaren le han puesto para llamadas internacionales" 10: 26 am.


Me quedé mirando el mensaje como si no lo creyera. No sabía cómo reaccionar, no quería emocionarme, no quería parecer una loca bipolar, pero sí, estaba más aliviada. Ya no era la Rosario Ponce de las bromas estúpidas que tenía con mi amigo. Él no estaba muerto ni nada por el estilo, solo era un desconsiderado. Un tonto desconsiderado.

Pero, ¿qué hacer? No sabía si responderte, no sabía si alegrarme, no sabía si enfurecerme. ¿Por qué no lo hiciste antes? Porque no me avisaste que no estabas bien, ¡PORQUE NO LE AVISASTE A TU MAMÁ, POR DIOS SANTO! Llamé -no recuerdo en qué orden- a tu mamá y le dije que estabas bien, ella se alivió, le mencioné partes del mensaje y se alivió ,sentí su voz alivianarse, la saliva pasar sin tranqueras por su garganta y un peso alejarse de su cuerpo. Colgamos y me tocó hablarte.

Me contestó una chica, no reconocí la voz de AnaKarem, pero imagino que era ella, luego me pasaron contigo. Fui fría, fría como la cólera y el fastidio que te guardaba, fría como las noches sin sueño, como las llamadas que esperé y no llegaron, como las decisiones que había tomado. Tu voz me sonaba ajena, pero cercana, sonabas como un amigo que se escuchaba extrañamente familiar, pero que te esforzabas por no querer. Esas cosas raras de la vida, pensé.

Te escuché hablarme con cariño, siempre me han enseñado a no despreciar el amor de un hombre. Pero en ese momento, sé que desprecié tu amor, no lo acogí en mí, lo alejé lejos. Y lo lamenté un poco, no lo negaré, porque son pocas veces las que te has mostrado así conmigo, pero no soportaba la idea de todo, de eso. Terminamos la conversación con un "chau" muy alejado de nosotros. No hubo deseos de besos o abrazos que te haya enviado como suelo hacer, como he aprendido a hacer. Mi mamá me miraba a la distancia, me preguntó como fue y le dije que había sido muy parca contigo. Ella me contestó que ya te habías comunicado conmigo, que este feliz. Me enfadé más. Le dije que debería defender los sentimientos de su hija y ella me miró mal. Se ofendió y nos fuimos una por su lado y otra por el otro. Luego no le hablé hasta la cena.

Día 7
El día siguiente no supe nada de ti hasta la noche. Imagine que era ese tipo de cosas que haces cuando estoy molesta y me das mi espacio. Por un momento me hubiera gustado que no lo hicieras. Ya había tenido demasiado espacio esos días. No es quisiera pelear o algo por el estilo, sino es que estaba harta del silencio mental. Me preguntaste si había hablado con tus papás, ya no recuerdo si lo hice, pero creo que sí. El contacto era extrañamente cotidiano.

Recuerdo que hablamos, quería llamarte, sonar extrañamente distante y tratar de hacerme la difícil. No porque quiera ser como esas chicas que se hacen las molestas solo por molestar, sino porque quería que te dieras cuenta cómo me había preocupado, cuán molesta realmente estaba o había estado... A veces ya no sabía si lo estaba realmente. Eso me daba vergüenza.

Mi mamá me dijo que se día me había encontrado un par de sonrisas escondidas en el rostro. Yo me negué, pero le sabía cierto. No me gustaba aceptarlo. Esa algo parecido a esa vergüenza que ya mencioné, salvo que lo juntaba con esa bipolaridad que no me gusta juntar. ¡No me gusta sentirme tan voluble! Siento que ya pasé esos años donde podía cambiar de sentimientos y sensaciones y calorcitos en el pecho. No quiero eso, al menos, no tan drástico. Pero ahí esta, ahí está esa sonrisita, enroscada entre los labios. Mis labios.

viernes, 14 de octubre de 2011

Esos ojitos chiquitos.

Esta escrito de distintas maneras y en tres partes diferentes. MUY DIFERENTES.
Estábamos palma con palma, apunto de abordar su avión, bueno yo no iba a subirme, él si. Tú sí. Y jugábamos con las manos para aliviar la tensión, los nervios y esas cosas que tensan la nuca en los momentos menos necesarios. Estábamos cerca de decirnos un adiós momentáneo que es tan ridículamente momentáneo que quizás no vale la pena decir si quiera adiós. Es un hasta luego tan cortísimo. Tan peculiar.

"¡Son solo diez días!" Me criticaba ayer KP, yo le miraba con una media sonrisa. Quizás estoy demasiado acostumbrada -o mal acostumbrada, no quiero pensar que sea así- a tenerte muy cerca. A conversarte cuando tengo el placer y las ganas de hacerlo. Eres mi turrón de doña pepa en Octubre, mi pollito con papas todo el año, mi panetón en Navidad, eres todo lo rico de la vida que me encanta saborear.

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Eres la delicia de la formas mas sensuales que puedo percibir con los sentidos y soñar cuando sueño 
despierta o dormida, no importa, solo soñar e imaginar. Y no importa si no estas aquí, puedo recordarte.

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OH! Que increíble extrañarte, que increíble el necesitarte cerca. Cuando regreses, va a ser tan genial. En ese momento me concentré en eso, para no ponerme triste y dramática. Quería solo mirarte y embarcarte a tu lugar bonito para que regreses rapidito a mis brazos. Y abrazarte como me abrazaste en ese momento, fuerte y cálido. Y susurrarte cosas que no se dicen, solo en códigos privados, en al oído. Y FESTEJAR! Tendremos tanto que festejar. Tenemos tus maquetas, tu cumpleaños, tu viaje, mis notas (¡YEY!), la comida, los Simpsons, la felicidad y el amor. ¡TANTO! Seguro hasta me estoy olvidando de algo. Pero no importa, podemos agregarlo, siempre hay espacio para más.

Bueno, ya son las 12:55. Eso significa que falta menos tiempo para tu regreso, falta menos tiempo para jugar con tus palmas, para planear un viaje, para verte matar arañas en tu jardín o para jugar juntos con Tizzi. Simplemente falta menos. PÁSALA EN GRANDE, y disfruta al 117% mi chico de mundo.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

No puedo decir adiós.

Acaban de darme la noticia, la señora, esa señora, my lady. Se va. No es repentino, estaba casi predestinado. Todos nos vamos en algún momento, pero no quería pensarlo. Esto es más emocional de lo que pensé. En casa, todos hemos comenzado a rezar.

Nadie imaginó que fuera tan rápido y a la vez, tan lento. La noticia nos ha dado como un cachetadón en el rostro y nos asusta, porque sabemos que su vida se deslizará tan lento como el sol a media tarde en verano. Un verano que no volveremos a ver con ella, bajo su amplio sombrero de paja, y sus ojos de líneas azules. Cuanta tristeza, dolor del corazón.

Entonces, todos nos arrodillamos y rezamos, pedimos a Dios tiempo y milagros, más allá de las palabras de los doctores, y porque si bien ella quiere irse, mi cuerpo no quiere dejarla, sus hijos no quieren dejarla. ¿Qué será de ellos sin su madre? ¿Qué será de ellos en su abandono? No quiero pensar en eso, no quiero ni imaginarlo. Todo se vuelve tan terrible, tan nubloso y veo los ojos de mi hermano cerrarse profundamente.

Mi madre, con el cuerpo ennegrecido y los ojos en sombras moradas, nos mira contándonos su situación, baja la cabeza y no nos mira. Mi papá, tan insensible casi siempre, muerde su camisa y baja los ojitos. Todos somos atentos, y nadie sabe creer, porque nadie quiere creer. Es como las hadas, quizás, si no creemos en eso, se esfume, y no sea verdad. Y ella se quede, su enfermedad se vaya tan lejos que su sonrisa solo quede para nosotros y sus hijos. ¡OH! Maldita sea! ¡SUS HIJOS!

Qué será de ellos ahora? Huérfanos de una figura paternal, y ahora que su madre los deja por su Dios del cielo, por una voluntad más fuerte que se la lleva, ¿qué será de ellos? Me desespera imaginar en su futuro, en su fortaleza o en su falta de ella. Porque lo amo más quizás que su madre y porque lo necesito a mi lado casi tanto como a my lady. No quiero que sufran ni que se pierdan en el dolor hueco y negro que podrían generarles su partida.

Entonces, no te vayas señora. No te la lleves Dios. Se grande, quítate este mal y no alejes de este mundo terrenal y lleno de malicia de terrores. Sé que el Cielo implica un descaso infinito, pero aquí mi pecado es amarla y no dejarla ir. La necesitamos, la necesitamos en nuestro hogar, con sus miradas pequeñas, con sus preocupaciones y sus bondades. La necesitamos aquí. Damos ese placer y déjanosla, porque eres grande y ella también. Terminal es una palabra tan fea que my lady no tiene porque escucharla ni ahora ni nunca. Así que que sácala de ella, remuévela  y dámela a mí de alguna forma.

Así ella se queda con nosotros, con sus hijos, y conmigo.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Entre amigos, no se juega.

Caminaba a paso ligero, como haciéndose el tonto y cargando descuidadamente sus cosas. Normalmente iba muy prolijo y cuidaba mucho su cabello al caminar, que sus pantalones no se vieran arrugados o que su facha se viera presentable ante los ojos ajenos. Esta vez, no. Se sentía muy cómodo, con ese sabor dulce en la boca. El de un premio.

Caminó hasta llegar al cafetín de su universidad, el palco donde desafiaba todo su intelecto, y la encontró sentada, conversando por esos celulares por radio con algún extraño. Sonrió y se sentó frente a ella. La saludó con un gran "Hola" y con el recuerdo latente de la noche pasada. Paola se ruborizo y colgó el nextel en seguida.

-¿Cómo has estado?- Ella le dijo que bien, que se había pedido algo para comer y que estaba esperando para que la llamaran, que si quería podrían compartirlo. Él, siempre hambriento, le dijo que ya. Se pusieron a conversar. Hablaron de sus cursos, de la carrera de ella y de él. De su mejor amigo Lolo, el enamorado de ella, y de cómo estaban, cómo les iba. Sonrisas pícaras iban y venían. Entonces, ella le preguntó por su enamorada, la enamorada de él. No se había dado cuenta de que, entre las trivialidades que hablaban, de pronto, ella había saltado entre los tópicos.

-Ahhh... Ella creo que esta bien, la veré mas tarde- Se callaron. Ella jugó con sus dedos. Él calló en cuenta de que había hecho algo que quizás, estaba mal. Recordó una cosa que ella alguna vez le había dicho: "Eres un chico de dudosa moralidad". Llamaron a su amiga, para que recogiera su bocadillo. Ella se paró presurosa y lo dejó sentado. De pronto, le nació la necesidad de arreglarse la ropa, el pelo y el pantalón y comenzó a hacerlo.

Se frotó la cara. Sentado, pensando en el rostro de ella, recordó sus palabras y se dio cuenta que, en su cafetín, había tenido sexo con otra, y no cualquier otra, sino ¡con la novia de su mejor amigo! Se sintió un bárbaro, un villano. Se frotó la cara mientras pensaba como lidiaría con la cara de su chica en una horas. La razón, como haría con su razón. La vio despaldas, a la chica de su amigo, Lolo, y vio que volteaba a verle, tenía una sonrisa pequeña, tímida e incómoda. Sabía que ella sentía cosas por él. Pero sabía que sentía cosas por Lolo también. ¿Qué pasaría entre Lolo y él cuando Lolo se entere? Dios, no quería ni pensarlo.

Decidió pararse de la mesa e irse, antes de que la chica regresara donde él y conversasen de nuevo, no sabría si tocarían el tema de lo que hicieron, y si lo hablasen no podría contenerse, sería terrible. Fue un animal. Fue un convenido y brutal animal. Tomó sus cosas y salió del cafetín rumbo al campus.

Sus pasos acelerados iban en dirección a lugares errados, a sin lugares. Estaba confundido, así que pensó en esconderse en los baños un rato. Se metió ahí hasta que pasó una hora y suspiro lo suficientemente hondo para salir. Para cuando estuvo afuera y la luz del sol fuera del baño lo tocó, sintió el golpe de un trompazo en la cara empujarle fuerte.

-Oye tu conchasumadre, qué te crees, que puedes ir por dónde quieras solo porque tienes plata, ¡¿tirándote a mi flaca?!- Desde el piso del baño pudo ver la imagen de Lolo a contraluz y escuchar de fondo, y a lo lejos, los sollozos de, quizás, Paola que susurraba bajísimo que lo sentía.

Al levantar la vista y enfocar mejor, se pudo dar cuenta que no solo era ira lo que brillaba en los ojos de él, sino lágrimas. Se sintió miserable. También sintió ganas de llorar, pero no se levantó del suelo y murmuró despacio -Lo siento-

-¡¿Cómo que lo sientes?! ¡¡Se suponía que eras mi amigo huevón!! ¡¡Ahora te jodiste, así como te tiraste a mi flaca, ahora yo me tiro a la tuya!!- Levantó la mirada y vio como antes de irse le escupía, y se iba colérico.   Pensó en ella y lloró, no se la imaginó con otra persona, y menos de una manera tan brusca como Lolo lo maquinaba. Sufrió.