sábado, 5 de noviembre de 2011

Cuando no estas - I

Día 1
Te acompañamos al aeropuerto, en realidad nadie sabe que te acompañe salvo muy poquitas personas, creo que solo dos personas además de tu mamá, tu papá, tú y yo. Es algo que he querido mantener en privado, para  mí solita.

Cuando nos hemos despedido, no ha sido tan dramático como pensé. Eso me ha aliviado. Me ha ayudado repetirme que no es tanto tiempo, que volverás pronto y que nos abrazaremos mas fuerte cuando regreses. Todo será mas lindo cuando regreses, porque estarás de vuelta.

Estoy emocionada por tu viaje, porque es algo que te ve a ayudar a ser mejor persona, a desarrollarte mejor como profesional-arquitecto-estudiante. Es una oportunidad. ¡Y la has tenido! Eres un lucky boy, debes sentirte feliz, y estar alegre de que vas a poder ver las cosas diferente. Volverás con nuevos panoramas, nuevas inspiraciones y pasiones más grandes por esta carrera que amas. OHH, estoy feliz por ti.

Y bueno, regresemos un momento de nuevo al aeropuerto, cuando nos despedimos y estabas por entrar a esa puerta extraña por la que yo no podía entrar. Estaba un poco extraña porque habían venido tus amigas y eso -para serte sincera- me cohibe un poco. Pero cuando me dijiste "hasta pronto" me estampaste un beso tan poco solapa que me sorprendiste. No sabía que hacer. No fue como esas veces que nos besamos de costado y a escondidas de tus padres o de los míos, cuando nos despedimos en las puertas de nuestras casas o carros. Porque, siendo sinceros, somos personas tímidas. El afecto no es algo que ebulla en nosotros frente al resto. Frente a tu padres, frente a nuestros amigos o frente alos extraños. Fue espectscular de formas distintas, de colores distintos. De palabras inexpresables, porque inmediatamente después te vi caminar rumbo a un lugar donde solamente podía hacerte "adiós" con la mano y una sonrisa.

Mas tarde, Día 1


Es de esas cosas extrañas que te calientan el alma, estas feliz y triste a la vez. Como la ley de Pasteur. Estaba feliz de que te fueras a recorrer tus lugares intelectuales y que conozcas, que sepas, que vengas más sabio, pero también me hacías falta. Saber que ya estabas trepado en tu aviòn y que no te verìa en muchos días era algo que me daba pena. Mas allá de las celebraciones, los aniversacios y quizás, tu cumpleaños, eso todo puede reorganizarse. Tu presencia frente a mí, no puede rematerializarse. Esas cosas de la teletransportación debe hacerse realidad.

....


Entró una llamada, ¡eras tú con tu voz gloriosa y salada! Ha sido tan extraño y bueno escucharte. Fue una conversación sana para mí. Sana para los nervios. Me hablaste de tu llegada, de tus desvarios y del robo, pérdida o cómo sea. Yo tiendo a exagerar pero no sé si es propiamente una exageración, estoy preocupada porque, bueno es un país extraño, con calles distintas y gente difusa. Siempre cualquier lado es mas calmo que Perú escucho decir a veces pero no me tranquilizo. Te has separado de TUS chicas y te quedarás en la noche, solo, esperando y me congestiono de a pocos, con esos sentimientos como nubes que me hacen cuestionarme si debo o no avisarle a tu mamá, que me acaba de llamar también. Esa sensación agridulce en la boca y ese miedo comienza a subir por la garganta.

Día 2
El día nostalgico, porque recién te has ido pero todo esta  tranquilo. Las cosas pasan con naturalidad. El día avanza sin que piense tanto en ti como debería, pero si, cuando regresas a mi mente te recuerdo con tanto cariño que debo olvidarte necesariamente, sino, no podré concentrarme. Le pregunto a mi mamá por ti, y ella me dice que estarás bien. Le cuento que te extraño y ella se ríe de mí. Me dice que debes estar escogiendo las cosas que traerás para nosotros.

Llega la tarde, el sol no cae porque ha sido un día gris. Por razones que mi mente no recuerda, estoy en la UPC y recibo una llamada, es tu mamá y pregunta por ti. No, no he recibido llamadas tuyas. No, no se nada de ti. No sé que le han robado, no sé que se estan yendo solo hasta Temuco señora. Por un instante, le pedí el teléfono de A.K. tu mamá balbuceo y se negó a darmelo, imagino que pensará que actuaré como una enamorada loca y te llamaré cada segundo. No tengo tanta plata como para llamarlo tantas veces. No tengo el tiempo tampoco, pensé. Debo ser sincera, me incomodé.

Me quedé mirando un rato la pantalla y me congestioné de ese miedo un momento, ¿por qué no llamas? Ya deberías estar en Temuco, ya llegaste, ya tomaste el tren-bus-lo que sea que debiste tomar. Ya estas allá. Pensé en tu mamá y me desesperé un poco. Ojala no hayas sido tan confiado de dejarte robar.

Día 3
Hoy es un día más iluminado, pero no he dormido mucho en realidad. Una llamada a entrado cortando el sueño de repente. -Hola Sr. Eda- Un bostezo se queda trabado en la mejilla izquierda. Me preguntó por ti, le dije que no sabía nada, pero recordé de nuevo el robo-pérdida y que te habías ido solo. Tragué saliva y me sentí mal. No saber y saber estaba siendo un problema. Lidiar con una madre preocupada no es mi trabajo. Yo solo soy una amiga, una enamorada con las justas. Incluve a veces no se si cumplo ese rol. Ya ni sé que soy.

Entonces, le dije. Ella llenó al conversación con "uy's" y "ohh's". Mencionó que necesitabas plata. Cada una colaboró con información que preocupaba más a la otra. Fue horrible. Esa tarde, solo estuve preocupada y pensé porque carajo este chico no se comunicaba. Comencé a investigar. Yo nunca investigo nada, entonces, fue algo extraño, no suelo enterrarme entre la información porque me siento extraña. No me gusta empapaparme con cosas que son tan ajenas a mí.

Vi el ELEA y el CPEA desde afuera, desde las pespectivas que una extraña como yo vería. Mandé mensajes y pregunté, no conseguí respuestas inmediatas y averigüe que existía un grupo para padres angustiados y conocedores de los medios cibernéticos. Es hora de acudir a ti, dichoza mentira, pensé. Escribí como si fuera la hermana tuya y pregunté por ti, pero nadie me dio una razón. Nadie me dijo si sabía de ti o de la delegación peruana.

Me fui a mi cama con el estómago revuelto y un nudo en el pecho. Esa parte poco noble de mí maldecía tu no-comunicación.

Día 4
El sueño parecía haberse divorciado de mí. Pero lo he decido tomar de buenos ánimos, Hoy debes comunicarte conmigo, vamos a cumplir dos años y desde hace tiempo me has convencido de que va aser algo especial. No he querido darle importancia, de verdad que no, porque siempre hemos tratado con normalidad todas estas fechas, pero el hablar de festejos para esta fecha me ha hecho prestarle una especial atención. Yo sé que vas a llamar hoy. Seguramente te has guardado para hoy.

Algunos amigos ya saben que te has ido, y que no te has comunicado conmigo ni con tu familia. Saben que estoy algo fastidiada contigo por estos retorcijones que se tornan grises, azules y morados, según mis estados de animo. Pero hoy vas a llamar. Debes llamar. Estoy tratando de no molestarme, y mostrarme comprensiva porque debes estar bien, mi mamá me ha tratado de convencerme de ello. Además, si estas bien, ¿por qué no llamarías? No tendría sentido.

Mis clases terminan tarde y he estado un poco ansiosa todo el día, me dijiste que están dos horas adelantados-atrasados en Chile así que no sé cuando llamarás. Hoy tu mamá me a vuelto a llamar durante una clase, le he dicho que no me has llamado, pero imagino que llamarás. Que pronto lo harás. No creo que la haya tranquilizado. Pero me dijo que me volvería a llamar y que le avise cualquier cosa. Suena con tan poca calma que me puso nerviosa. Ahora no sé si confiar en escucharte hoy.

Ya son las diez. He llegado a casa y en nigún momento sonó mi celular, ni mi casa, ni mi nextel. De este últmo llame a AnaKarem varias veces, pero ninguna llamada entró. Me han dicho que el cógido que sale -A4- es porque ella no tiene saldo, he pensado en ponerle saldo, pero a la vez, me cansa la idea de hacerlo. Siento que no es mi responsabilidad. Estoy enfadada. No hay comunicación para Claudia hoy. No hay llamadas para la Sra. Eda sobre su hijo. No estas para nadie, solo para ti. Siempre para ti. Yo no quiero eso. No quiero eso cerca de mí.

Día 5
Hoy tuve una pesadilla horrible. No quiero hablar de ella. Mi mamá me despertó y me fastidió por las ojeras, esas manchas moradas bajo mis ojos. Yo no le dije nada pero me fastidié. Le hablé de ti como usualmente estoy haciendo todos los días. Le vi atenta a todas mis palabras. Le dije que no sabía nada de ti, que estaba angustiada. Sentí mis mejillas calentarse y mi ceño arrugase. No la miré hasta que terminé de decir todo lo que quise. Ella me dijo luego que debías estar bien. Te defendió. Me enfadé más. ¿Porqué todos tienen esas necesidad de defenderte? ¿Como si el hecho de que no dijeses nada, no sepamos nada de ti, no sea nada malo? Eres desconsiderado, muy desconsiderado.

Me acordé de tu mamá que me preguntaba por ti, de los correos ocasionales de tu hermana, en los que también me decía que avisara si sabía algo de ti. Todos nos preguntábamos por tu paradero. Y tú, a la mierda.

Nuevamente se presentaba la incognita, ¿quieres eso en tu vida? No, no lo quiero para nada. Si no quiere a nadie más que a él. Si no quieres a nadie más que a ti, bueno yo tampoco te quiero.

Tu mamá me llamó en la tarde, me avisó que tenía una profesora que se había comunicado con una chica de otra universidad peruana y que ella -la profesora- se enrumbaría para allá el día siguiente, yo había conseguido un nextel de sevicio internacional para comunicarme contigo, pero decidí que sería mejor que te lo lleven allá. Así tus papás tendrían a dónde llamarte. Ese día más tarde, me vi con mamá.

Solo una vez había visto a tu mamá tan ajetreada y poco arreglada, esa vez que salió del hospital porque estuvo mal una noche, esta vez, estaba un poco así. Se le veía desorientada, como perdida y acongojada. Su voz temblaba extrañamente y tenía un apuro que salía desde dentro de ella. No caminaba con la seguridad de una señora de su casa, que maneja una empresa grande y que ha salido adelante, como suele caminar. No camina con la seguridad de una progresista.Caminaba como yo, como alguien que no sabe sostenerse sobre sus tacones, que son tan altos que teme caer en un vacío que no tiene un fin, con los ojos huecos de tristeza y miedo.

Le di el celular y le expliqué cómo se usaba. Le dije el número y me comentó con la voz baja que se iban a la casa de la profesora. Vi el rostro de tu papá también, tenso y nervioso. Nunca lo había visto así. Siempre es poco expresivo. Me dieron las gracias, nos sonreímos apenas y se fueron cuales balas por las avenidas intricadas y el tránsito. Yo regresé a casa pensando que sí estabas bien, pero que ya no eras nadie de lo que yo conocía.

Día 6
Era un día extraño, había dormido un poco más que otros días. pensé que era porque había tomado la decisión de que ya sefiní, como dice mi papá. Mientras pasaban las horas, te recordaba con sentimientos encontrados, colores dispares y maltrechos. Saliendo de la ducha, mi celular sonó. Otro mensaje de Movistar, que fastidio.


"Hola mi vida, mi amor, mi chocolate. Recién puedo comunicarme porque anakaren le han puesto para llamadas internacionales" 10: 26 am.


Me quedé mirando el mensaje como si no lo creyera. No sabía cómo reaccionar, no quería emocionarme, no quería parecer una loca bipolar, pero sí, estaba más aliviada. Ya no era la Rosario Ponce de las bromas estúpidas que tenía con mi amigo. Él no estaba muerto ni nada por el estilo, solo era un desconsiderado. Un tonto desconsiderado.

Pero, ¿qué hacer? No sabía si responderte, no sabía si alegrarme, no sabía si enfurecerme. ¿Por qué no lo hiciste antes? Porque no me avisaste que no estabas bien, ¡PORQUE NO LE AVISASTE A TU MAMÁ, POR DIOS SANTO! Llamé -no recuerdo en qué orden- a tu mamá y le dije que estabas bien, ella se alivió, le mencioné partes del mensaje y se alivió ,sentí su voz alivianarse, la saliva pasar sin tranqueras por su garganta y un peso alejarse de su cuerpo. Colgamos y me tocó hablarte.

Me contestó una chica, no reconocí la voz de AnaKarem, pero imagino que era ella, luego me pasaron contigo. Fui fría, fría como la cólera y el fastidio que te guardaba, fría como las noches sin sueño, como las llamadas que esperé y no llegaron, como las decisiones que había tomado. Tu voz me sonaba ajena, pero cercana, sonabas como un amigo que se escuchaba extrañamente familiar, pero que te esforzabas por no querer. Esas cosas raras de la vida, pensé.

Te escuché hablarme con cariño, siempre me han enseñado a no despreciar el amor de un hombre. Pero en ese momento, sé que desprecié tu amor, no lo acogí en mí, lo alejé lejos. Y lo lamenté un poco, no lo negaré, porque son pocas veces las que te has mostrado así conmigo, pero no soportaba la idea de todo, de eso. Terminamos la conversación con un "chau" muy alejado de nosotros. No hubo deseos de besos o abrazos que te haya enviado como suelo hacer, como he aprendido a hacer. Mi mamá me miraba a la distancia, me preguntó como fue y le dije que había sido muy parca contigo. Ella me contestó que ya te habías comunicado conmigo, que este feliz. Me enfadé más. Le dije que debería defender los sentimientos de su hija y ella me miró mal. Se ofendió y nos fuimos una por su lado y otra por el otro. Luego no le hablé hasta la cena.

Día 7
El día siguiente no supe nada de ti hasta la noche. Imagine que era ese tipo de cosas que haces cuando estoy molesta y me das mi espacio. Por un momento me hubiera gustado que no lo hicieras. Ya había tenido demasiado espacio esos días. No es quisiera pelear o algo por el estilo, sino es que estaba harta del silencio mental. Me preguntaste si había hablado con tus papás, ya no recuerdo si lo hice, pero creo que sí. El contacto era extrañamente cotidiano.

Recuerdo que hablamos, quería llamarte, sonar extrañamente distante y tratar de hacerme la difícil. No porque quiera ser como esas chicas que se hacen las molestas solo por molestar, sino porque quería que te dieras cuenta cómo me había preocupado, cuán molesta realmente estaba o había estado... A veces ya no sabía si lo estaba realmente. Eso me daba vergüenza.

Mi mamá me dijo que se día me había encontrado un par de sonrisas escondidas en el rostro. Yo me negué, pero le sabía cierto. No me gustaba aceptarlo. Esa algo parecido a esa vergüenza que ya mencioné, salvo que lo juntaba con esa bipolaridad que no me gusta juntar. ¡No me gusta sentirme tan voluble! Siento que ya pasé esos años donde podía cambiar de sentimientos y sensaciones y calorcitos en el pecho. No quiero eso, al menos, no tan drástico. Pero ahí esta, ahí está esa sonrisita, enroscada entre los labios. Mis labios.

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