Decidimos quedarnos del salón, era hora del break y todos estaban ojerosos por las amanecidas. Me acerqué un poco a las chicas y conversamos y hablamos sobre lo que le dijo el profesor. Nadie había tenido mucha suerte ese día, parecía que el profesor refunfuñaba mucho, o era muy estricto o todo lo que hacíamos no era suficiente. Umn... Estoy acosumbrada a salir bien. Esto no me gusta.
Una amiga se acercó hacia su asiento, adelante mío y Susana, otra amiga nuestra también. Puso su trabajo sobre la carpeta y se giró a mirarnos. Estaba apoyada en sus codos, con los lentes que se le caían y el cabello desprolijo. Miré a Susana y vi que sonrió, parecía que con lastima pero ella lucía también los ojos morados. -¿Qué te dijo?- le preguntó por fin, ella solo movió la cabeza de lado a lado y luego la dejó caer. Sacó la lengua por un costado y no reímos un poco. ¡Parecía un cachorrito!
-Pareciera que todo lo que hacemos es asqueroso, y feo, y.... Jodidamente MAL!- la voz de Cindy, la de lentes, se iba acrecentando cada vez más mientras golpeaba contra un pedazo de tecnopor con un lapicero hasta acerlo añicos. Susana intervino -¡HEY, HEY! ¡Cindy! ¡Tú no andas con palabrotas!- rió con un tic nervioso al final, -Tranquilizate, que el profesor sigue en el salón, luego vamos a conversar afuera- Cindy la miró y sus párpados caían sobre sus ojos con mayor peso de lo normal, con el ceño fruncido y su cara parecía sonrojada. Asintió lentamente.
Miré a Susana -Creo que no está calificando bien a nadie, ni a Gonzalo le ha dado una buena nota- sentí rubor. Sé que me ruboricé. Demonios. -Si pues, y eso que Gonzalo es bueno- sentí los ojos entrecerrados y la sonrisa amplia y prejuiciosa de Susana apuntándome. La mano de ella se extendió hasta Cindy, que ya se había dispuesto a echarse a reposar un poco y la removió como un saco de nada. -Hey, levantate- -Ya, ya- dijo entre sueños, acomodándose los lentecitos de ratón. -¿No es así, mi queridísima Cindy, que Gonzalo, nuestro amigo es muy bueno en los trabajos que nos deja este profesor de mierda?- Vi como se comenzaron a abrazar sobre la mesa, y mi rostro se ruborizaba, las miré con el ceño fruncido y me crucé de brazos. -Claro, claro- coreó Cindy.
-No es cierto que Gonzalito, es muy bueno terminando sus cositas, viniendo arregladito, bien guapito ¡ah! Tú sabes pues Irma, nos da a apreciar justo los "lados indicados" puesssss- arrastró la "s" como una borrachita y Cindy y yo nos reímos. Lo busqué con mirada. Estaba conversando con otras amigas, en unas carpetas más adelante. Su trabajo estaba prolijo sobre la carpeta. Sus ojeras eran moradas pero no tan notorias como las de todos. Tenía esa ventaja. Su pelo corto oscuro hacia contraste con su piel blanca y pálida por las noches sin sueño. Había veces que, cuando nos quedabamos en su casa -por que sí, tengo el beneficio de decir que me he quedado ahí, ¡yuju!- lo he mirado avanzando y es tan concentrado, tan enigmático y preciso, con un humor tan... tan...
-¡HEY IRMA! ¡La baba se te escurre por el cuello hijita!- Escuché las carcajadas de las chicas y volteé. Sentí que habían gritado demasiado alto y que Gonzalo también habría volteado, no quise verificar así que me agaché a ver el trabajo de Susana y desarmando uno de los palitos pensando si eso podría destruirlo por completo y así, nunca más me diría nada que me avergonzaría de tal forma.
Vi que Cindy bajo la cabeza hasta donde yo me encontraba y me miró. Ya había sacado cuatro palitos para ese entonces. Faltaban quince. -Oye, ¿pero Gonza no tiene flaca?- Yo le miré, ya lo sabía, una vez había ido a a universidad, había entrado, se supone que no debía entrar pero no sé como entró. Recuerdo que la presentó a algunas de las chicas, luego se fueron a comer a la cafetería y a jugar cartas. Se reían bastante aunque desde hace tres meses que no sé de ella, más que por comentarios de él.
-Bah- Susana bufó -Mientras ella no sepa nada, nadie sale dañado, ¿no? Es como ese dicho, lo que sucede en las Vegas, se queda en las Vegas, ya pues, lo que sucede en la universidad, se queda en la universidad... O una cosa así- Alzó los hombros y juntó los labios en una línea. -Pero pucha- dijo Cindy -Tampoco se trata de que ella solo sea su trampa de la universidad pues- me señaló mientras hablaba.
Trampa, se palabra sonaba feo. Miré a Gonzalo de nuevo. No parecía haber escuchado nada de lo anterior, o al menos, fingía no haberlo hecho. Ahora le tomaba fotos a sus amigas y a sus trabajos. Me gustaba la camisa azul que llevaba puesta, mucho. -Chicas, vamos- mi voz era gruesa. Busque un espejito en mi mochila, me miré y arregle mi pelo.
-¿Qué?- dijeron en unísono. -Quiero hablar con Gonzalo, pero no quiero ir sola, vamos, como quejándonos del profe- Ambas sonrieron al verme y se pararon. Caminamos hacia él. Pensé en la chica con la se reía esa vez, hace tres meses, de la que nos contaba a veces. Pensé en las Vegas, en la universidad, en las trampas, en Gonzalo, en su camisa, en lo que había debajo de su camisa, me sonroje, pensé de nuevo. No digamos trampas, digamos lovers. Es mas chic.
Nos miramos, me sonrió enormemente y yo también.
-Hola Gonzalo-
2 comentarios:
Asu!, se nota que es chico te (les) gusta mucho. Como para imaginar què hay debajo de su camisa!, Jajajaja. Es como una comidilla entre amigas a ver quièn se lo levanta primero! Jajaja!
Suerte con ellos, saludos
Es un cuento, a mí no me gusta. La información que utilicé es parcialmente real :)
Publicar un comentario