Yacía dentro de su inconciencia, su nariz sonaba varias veces y su mano iba directamente a fregarsela incesantemente. Sus ojos estaban saltones y rojos. En su frente ya se notaban algunas venas que cada vez que volteaba a ver el reloj digital se sobresalían más moradas y verduscas. Era un desastre horroroso. Tan feo de ver. Sí, feo. Esperaba con ansias que nadie la vea en esa situación, ni su madre, ni su hermano, menos aún ese hombre-niño al cual queria. Se llevó las manos a los ojos y estiró una mueca en los labios. Su estómago truenó y se mordió los labios, aguantó otra mueca. No quería que la vieran en su misera tan espantosa y redundante. Donde termina caminando donde no sabe y perdiendose en lugares que ya conoce.
-¿Hoy casi me caí sobre la cocina?- se recuerda lentamente, siente sus piernas flojas con sus manos frías. Y se da cuenta que sí, que casi se caía sobre las hornillas hoy, porque se quedó dormida parada. Su mamá la detuvo porque se iba a quemar. Que desastre.
Hizo una mirada panorámica. ¿Qué de bueno tiene todo esto, si termina cuajando de mala manera, todo lo que creas saber y que ahora, ya no sientes nunca haber conocido? Sé llevó una mano a lo boca aguantando un bostezo profundo, y sacó una hoja bond. Quizás deba esperar para saberlo.
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