miércoles, 7 de octubre de 2009

¡Claudia hoy es 3!

Parte 3 (¡SI!¡Y AUN FALTAAA!)

La idea lucía prometedora así que él y su saco, y yo y mis tacos comenzamos el camino. Conversamos de trivialidades y nos burlamos uno del otro; vale decir que él más de mí que yo de él.

Había algo que yo había querido contarle varias veces, lo había pensado tantísimo que me sabía de memoria cada palabra que había preparado para explicarle algo que sucedía. Algo que no quería ser ni hacer. Le había dicho que le diría aquello ese día y, cuando caminamos, el momento se prestó pero quise hacerme la desentendida. No importa cuantas veces haya ensayado, cuanta urgencia sienta en decirlo, nunca estaría lo suficientemente tranquila cuando lo diga.

Él me alentó a hablar, quise negarme porque no quería ser expresiva en ese momento. Quería ser directa y quizas algo fría porque... Porque soy así. Pero hablé, estabamos cerca al Marriot (si es que así se escribe), frente a Larco cuando comencé. Hizo una broma que si lo que diría duraría hasta Larco -es decir, solo cruzar la calle-, él pensaba que era muy largo pero creo que para mí era largo porque era algo que me importaba, que ciertamente me dolía y no hay dolor corto.

No tardé mucho en contarlo. Caminamos por Larcomar charlando del tema y nos paramos mirando el mar ébano. Él me habló de ella y sus recuerdos, yo mencioné a él también, pero él prosiguió con ella. Me sentí sorprendida y me puse a pensar en ella. Siempre onmipresente, siempre única, siempre ella. Su recuerdo era claro y yo, sin concerla, pude verla. Me entristecí.

Al final dije lo que había querido decir, si bien no de la forma que había querido me sentí odiosamente conformista y callé. Caminamos hacia unas mesas y seguimos conversando. Tomaba mi mamo entre las suyas pero no fui conciente de ello hasta que luego él se sorprendió, pasó una chica similar a ella y vi que su rostro cambio como si el corazón se le hubiese encojido. Quise retirar mi mano para evitar problemas pero no me atreví.

Me habló de él, de como era antes y de que era ahora. Solo escuchaba y traba de ser positiva, aunque creo que manteniendome realista. No suele ser expresivo, lo sé; aún así, luego de todo lo dicho, pude ver mayor emoción en su rostro. Ya no era una mueca igual, eso me alegró enormemente.

Una sonrisa se mantuvo en sus labios y su mirada brillaba. Lo sentí feliz y sonreí con él. Luego se movió sobre la mesa y me beso. El asombro era grande y me sentí tímida pero respondí. Sentí mi pecho engrandarse y una emoción dulce recorrer mi cuerpo en ralenti, las piernas me temblaron y quise tomar su rostro entre mis manos, acariciar sus mejillas rosa. Era como un caramelo. Fui increíblemente feliz.

Cambie de lugar a uno más cercano a él e hizo una broma. Reímos y hablamos un poco más. Paso un rato hasta que mencioné un repentino antojo Quiero un helado así que, cumpliendo mi capricho, fuimos a comprar uno. Él me invitó y agradecí. Nuevamente la imagen de mi niñera apareció en mi mente y esta vez reí.

Quizas no sería tan malo después de todo. JA!

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