Entonces, era como si estuviera parada en medio de la pista y viera a lo lejos la luz de los carros que se avecinaran hacia mí pero nunca llegasen, solo se siente la luz lejana. Y tengo los ojos bien abiertos. Y estoy parada derechita en mi sitio con las piertas semi abiertas, los brazos pegados a ellas a la boca colgando ligeramente con sorpresa.
Quiero conocerte
Diablos.
Estoy abrumada, pasmada, sorprendida. Feliz de una forma rara, peligrosa. Porque no sé como hacer para que me conozcas. Nunca he sabido hacer para que me conozca alguien ¿Se supone que es algo natural? Sigo en la pista y estas tú en la vereda, con una pose tranquila, las manos en las cosas-que-ahorita-no-recuerdo-el-nombre de tu mochila azul, -¡brazos!- con el cabello largo cayendote a los lados de la cara y los ojos pequeños y sencillos. Sí, eres un chico sencillo y no pides nada más de mí que eso. Pero yo no sé cómo dártelo. Me cuesta sin saber cómo o cuánto.
Mierda.
Eso me pone nerviosa, me da cosita, porque me muero porque me sepas en todos mis recovecos y no me sale. Demonios. Y los carros no llegan, y yo sigo en la pista, y las luces siguen altas. AH! Yo soy fotofóbica! Curioso Oro, curioso.
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