Siempre que puedo, recuerdo como lo conocí. Es un placer hacerlo, realmente lo es. Él no sabe que me pareció atractivo mucho antes de que él me supiera -quizá- viva y eso, en parte, me agrada, porque me genera cierto rubor. Le quiero, le quiero mucho. Y más allá de todo, le estimo, le respeto y le admiro.
Me encanta haber sido la última, ¿sabes? Siento que fue lo mejor, lo más divertido, porque fue casual, ninguno se dio cuenta. Fue como cuando vamos a Miraflores y decimos "¿Vemos que hay en el cine?" y vamos a curieosear, encontramos -a veces- algo interesante y entramos con la espectativa de lo espontáneo, lo inesperado. Me encanta como cuando aquella vez frente a mi salón de Lengua 2 me acerqué para despedirme -aún amigos- y nos abrazamos con ese cariño tan nuestro y usual en ti y en mí, y al separarnos no lo hicimos del todo, quedamos cerca y nos miramos, solo eso, y por esas casualidades tan cómicas, me diste en el ojo con tu block de arquitecto feliz. Jaja, ¡como me encantas!
Me gustas por lo espontáneo que brindas a mi vida, por las sorpresas que eres capáz de darme.
Porque me enamoras aún cuando yo me quiero hacer la loca y temo enamorarme.
Entonces levanto la vista y encuentro tu mirada; tus ojos pardos, profundos, que me calan desde dentro, Y no temo dejarme llevar por las ondas livianas de tu cabello lacio y de perfume dulzón. Empozo mi mano para acurrucar tu mejilla rosada en mi palma y con ella tu rostro: tu naríz larga y redondeada, tus labios llenos y fresas, y tu mentón: el centro de toda tu barba oscura, curiosa y áspera. Cuán bello solo tú.
Y no me pregunto nada, no necesito hacerlo. Solo quiero mirarte y sonreír. Eres mi cómplice, mi mejor amigo y mi amante, ¡qué felicidad! Te miro de nuevo y sigues ahí, estas haciendo alguna broma, estas haciendome reír. En tus brazos cálidos, que con uno "pueden alcanzar toda mi cintura" me sostienes. Y en tu pecho, mi mejor -y más táctil- escondite, me acobijo de tus babas o cosquillas. Que regocijo más tonto, pero que regocijo más sincero.
Aún tengo la manía de pasearme por el pabellón F, recordando todo lo que me recuerda a ti. Aún pienso que muchos de esos salones estan incompletos, es una tontería porque estas mejor allá, pero es que me gustaba tu esencia en esas aulas, sentir tu empeño. Aún voy a los teléfonos públicos y llamo mirándo las bancas de cemento en silencio. Aún no me como una Bruccelina yo sola, no es para mí, es para comerla juntos o contigo y con alguien más, pero tienes que estar tú. Y aún no subo a nuestra mesa del Ricota, me da nostalgia, pero subiré porque te encontraré ahí, yo lo sé.
"¡Chomp, Chomp, Chomp!"
¿Sabes? Es tan genial que todo haya comenzado como Volde.
1 comentario:
No pude comentar nada en el post que le sigue a este, porque no sabía cómo, no me salía el enlace.
Pero te puedo decir algo que probablemente te ayude.
Nunca esperes que una persona de tal o cual manera, nunca esperes nada de una persona. A mí me pasó lo mismo contigo, entonces, un día, desidí que no esperaría nada de ti porque tienes errores como yo.
Suerte.
Besos
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