Parte 2
Encontré a Ángel, el portero de toda la vida y supe que no pasaría nada, me conoce desde tercero de primaria y no diría nada.... ¿No lo haría, verdad?. "¡Claudia!" que recordara mi nombre generó en mi un placer esporádico y sonreí a modo de saludo, hablamos un poco de mí, de la universidad y del colegio, recién ahí me sentí con la confianza suficiente para preguntarle por Jéssica. "La profesora Negri?" Yo asentí, me explicó que ahora había otra profesora con el mismo nombre y emití un "AHH..." No muy interesado. "Ya va a salir" agradecí y comencé a dirigirme hacia la puerta que me llevaría al colegio pero escuché un carraspeo "Err... ¿Puedo entrar?" "Realmente no, ya no puedes" comprendí un poco y me sentí limitada, era mi colegio y no podía acceder a él. Discretamente me asomé a verlo, lo vi más hermoso de lo que jamás lo vi. Lo había extrañado, no lo recordaba tan amarillo ni tan grande ni tan especial. Poco a poco iba curioseando más desde esa puertita mi pasado, recorde a mis fieles amigas Lorena y Silvana, recordé los garabatos solapas en las carpetas y los cuadernos de colores, los dibujos de animé en las hojitas escondidas y los poemas anónimos y quise llorar. Mantuve la vista el alto impidiendo cualquier lágrima cruel e inoportuna quisiera deslizar su afilada sal por mi mejilla, no suelo ser buena conteniendo esta clase de sentimeintos pero pude y, cuando el sollozo se alejó de mis ojos nuevamente vi hacia el interior de la escuela.
Para mi gusto personal vi a otra figurilla amable, otro de los profesores de disciplina (JA!) Máximo, con ese nombre lo recuerdo, su cabello peinado de lado para taparse la calva, pañuelo en el bolsillo y lentecitos de pericote, me daba la espalda y conversaba amenamente con Briseño, seguramente codeandose sobre los alumnos, cuchichiando como solían hacer siempre. ¡OH! ¡Cómo los recuerdo!
Lancé una mirada pidiendo permiso para ingresar a Ángel y este solo asintió por lo que agradecí con una sonrisa e ingresé a todo ese mundo de paredes amarillas y toldos contra el sol maligno, todo lo que fue mi mundo.
Me acerqué a paso seguro por detrás de los profesores de disciplina y saludé a Máximo como nunca lo había saludado, con un beso en la mejilla. Supe en ese momento, que ya no era la alumna Pinto, sino que ahora era una visitante. Ellos comenzaron a hablar conmigo, más yo no con ellos. Lo escuchaba decirme mil cosas, hablar de mí, sobre cómo era yo y hasta me preguntaron por él, por Armando. Yo solo negué con la cabeza e hice un gesto cómico con la cara de que todo había terminado. Recordé que en un pasado, él y yo pensabamos que todos sabían de nuestra relación pero nadie decía nada, ahora por fin estaba confirmado. Hice una mueca para mis adentros como si hubiera sido una travesura íntima y pregunté.
"¿La profesora Jéssica? Jéssica Negri Li, ¿Está?"
Mi voz sonó como un pitito curioso, como cuando era alumna, y se sonreiron. "¡Claro! ¡Claro!" Comenzaron a hacer cierto alboroto y llamaron dentro de un salón que había pasado desapercibido para mí, a una profesora. "Oye, Jéssica aún está?" "Claro, está al fondo" respondió la mujer, nunca la vi, pero internamente agradecí a aquella desconocida que haya respondido positivamente. Mi corazón comenzó a latir fuerte mientras giraba el rostro de lado, enternecida por el énfasis con el que mis antiguos profesores la buscaban.
Entendí que yo era querida, muy querida allí.
Por un momento levanté la vista y vislumbré, como casi siempre hacía, a la mamá de un compañero de clases, la Sra. Charo que trabaja en tesorería. Me delineo una risita pequeña y sus ojitos achinados me miraron con cariño. Nunca fui amiga de su hijo, pero creo que esa señora tan amable siempre quiso que lo fuermos. Hubiera sido lindo, Hiroshi era un chico muy amable. En fin, ahí estaba, desde el segundo piso com siempre, viendo todo desde las alturas como vigilando, nos sonreímos, hablamos de la universidad, del colegio, de su hijo y de nada más. Nos miramos solo un instane, y bajé la mirada. Jéssica venía.
MI profesora Jéssica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario