domingo, 4 de octubre de 2009

¡Claudia hoy es 3!

Parte 1 (Sí, escribí mucho y tenía que dividirse en partes)

Y llegó.

Con todas las ansias y el nerviosismo que podía devenir llegó por fin el sábado. No podía imaginarlo de otra forma, la noche anterior no había podido dormir adecuadamente y me desperté varias veces. Sabía que lo vería y que saldríamos y que sería genial.

La mañana transcurrió tan rutinaria como lo es desde que entré a la Universidad: clases, chácharas y cosas así. Llegué al salón con una sonrisa innevitable y comencé a conversar con una amiga que ya estaba ahí, Andrea. Poco a poco el aula comenzó a albergar otras personas y el profesor entregó unos trabajos. Saqué mala nota, PUTAMADRE...

Soy muy juiciosa con mis calificaciones, no soporto verlas bajar y me critíco en demasía.

Mientras doblaba mi examen escuché la vocesita de Blanca ¡Claudia hoy es 3! No atiné a responder con la misma efusividad y asentí dos veces con impaciencia. Sentía amargura y me quejé con el profesor. Una hora permanecí masticándo mi disgusto y maldiciéndome por la cólera, por esa nota y por el tutor que había escogido.

Llegó el break y salí con mis amigas, Lucía, Blanca y Andrea, a comprar algo a un puesto dentro de la Universidad. Caminaba aún con la molestia rondando mi cabeza, despotriqué en contra de todo lo que pude despotricar, a la vez que fingía una conversación amena y calmada.

Llegamos al puesto ("El Snack") Y ellas comenzaron a nombrar aquello que el hambre y el antojo les pedía, mientras tanto yo miraba cosas al azar. En un momento casi fugáz, en el rostro de uno de lo vendedores vi al fecha. No sé como ni porqué pero pude ver grande el sábado, el tres y el Octubre. Sentí como una sonrisa impreceptible comenzaba a nacer en mis labios y tragué duro mi enfado.

¡Blanca! ¡Hoy es tres!

La aludida volteó a verme y me sonrió de vuelta, afirmo lo que dije y hablamos poco de ello, le demostré mi repentina alegría y creo que hasta se la contagié. Podía volver a sentir toda esa energía fluir por mi cuerpo y hacer colapsar mi organismo de felicidad. Fue cuando por fin pude sacudirme esa molestia.

El resto del día se torno interminable pero ameno. Aún faltaba mucho para las seis ¿no? No estaba segura, traté de distraerme con una película hasta que la voz de mi mamá me advirtió que debía alistarme. Maquíllate,maquíllate he ahí de nuevo el tedioso dilema que tengo con mi madre, le negué respondiéndole Piña má, no te tocó una hija tan "femenina" Ella me dejó terminar de ponerme los aretes y se ofreció a peinarme a lo que le favorecí.

Antes de que las seis titilaran en mi celular, una entrada llamo. Era mi amigo que ya estaba en el restaurante y me informaba de su presencia ¿Dónde estas? preguntó En mi casa comencé a reírme bajo mientras le sonreía al espejo Pero ya vas a venir ¿no? su voz era que siempre pone cuando piensa que llegaré impuntual así que me reí con mayor libertad y mentí que ya salía.

Apuré a mi papá para que me llevara y escuche su sermón de quejas. Es una persona sobreprotectora que -además- derrama todos sus celos innecesarios sobre quien escribe, la única hija mujer. San Antonio se asomaba, lo podía ver. Sentí mi corazón acelerar y alisé la tela de mi camisa/vestido. Él TENÍA que estar ahí, pero no lo veía. Diablos diablos.

Déjame acá le dije a mi papá mientras ponía la mano sobre la palanca para salir. ¡No! ¡De ninguna manera! ¿dónde esta el chico? miré a todos lados y traté de convencerlo que debía estar adentro esperándome pero yo tampoco lo creía. No lo veía, ¡no lo veía! Me comencé a desesperar lentamente así que suspiré pesadamente.

¿No es él? estaba a punto de negarle, no esperaba que él lo reconociera, puesto que se supone mi papá no ve tan bien de lejos. Imagino que solo se supone, ya que ese mismo a quien se refería era él,

Mi amigo.

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