He pasado varios días, desde que me enteré la noticia, pensando cómo escribir hoy, pensando qué escribir hoy, He reescrito estas líneas más de una vez, de las maneras las sobre elaboradas porque déjenme decir que esta mujer era una mujer elegante y sobre elaborada. Una mujer compleja. Una supermujer. Vale la pena borrar una página, regresar a cero y escribir de nuevo para buscar las palabras correctas y sinceras. Las mejores palabras para ella.
Entonces ese alguien ya no es alguien sino ella y esa ella ya no es ella, sino la Sra. B.
A veces creo que inconcientemente pienso que la gente es inmortal, me olvido que en algún momento morirán y que no los vovleré a ver jamás. Me olvido que quizás el momento en que los veo puede ser el último y no disfruto sus suspiros, sus alientos, sus abrazos. Entonces, siendo tú mi primer ser importante que se ha ido, Sra. B., me doy cuenta que me hubiera gsutado besarte más, escucharte más, hablarte más, verte más con T, tomarme una foto contigo que pueda tener aquí cerquita y decir mira, en esa foto salgo con B. Me hubeira gustado que me enseñes un extrañas pero nuevo hogar en España y caminar agarradas del brazo. Me hubiera gustado haberte dicho que vi a tu hijo alguna vez, el día que se murió.
Pero entonces llegó esa muerte intempestiva y ya no te pude decir nada, y tú estabas muy lejos en al España que todavía no conozco pero que espero algún día ir, con un malestar que te desgastaba con tu pelo negrísimo y tus arruguitas blanquita, y tus blusas y joyas elegantes que te caían como telas suaves por el cuerpo antiguo y lleno de historias.
Por un lado me alivia no haberte visto en tus últimos momentos, porque así te tengo con ese recuerdo fresco de la señora alegre y dulce que bajaba por las escalebras como la quinceañera que baja al ritmo de esa canción que anuncia su inicio como lady. Que daba sus lonches sabrosos en una mesa grande en su casa que parecía un misterio curioso para cualquier niño, y que servía el chocolate caliente más rico de todo el mundo. Que tenía las únicas sillas mecedoras que mis ojos habían visto, porque nunca han visto otras iguales, y que amo a un hombre hasta que su vida se llevó con ella su último suspiro.
Me alivia saber que te fuiste en paz para estar risueña apesar de que la muerte es tan ruda, porque tú eres una señora tan dulce y tan amada y de la que no puedo dejar de hablar.
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