sábado, 1 de mayo de 2010

Te guardaré un Viernes

Ya estabamos de regreso, dentro de la tibiesa del taxi que nos acogía a los cuatro allá atrás. Había sido divertido, una velada entretenida donde aprendí cosas nuevas, un nuevo ambiente. Sonreí, sonreí mucho y sin mover los labios.

Los ojos jugaban de a ratos a cerrárseme y pedía la ubicación de ratos ¿Dónde estaba? Él trataba de decirme dónde y yo volvía a recostarme en su hombro y dormir, volvía a desaparecer entre la bruma de los sueños, la calentura de su cuerpo y la dulce caricia de su voz que me decía "Tranquila, puedes dormir" Entonces, eso hacía.

Poco del camino recuerdo: las calles, las casas, algunas luces y sus labios que a veces miraba cuando pensaba que iban a decirme algo y solo estampaban y suave beso en mi mejilla derecha. Solo un poquito antes que lo abrace mas fuerte, que lo necesite un poquito más.

En un momento de aquellos, reconocí la autopista, tan larga y ploma, tan sola y calma, que se extendía ante nosotros y suspiré. Le miré nuevamente: sus ojitos pequeños, entrecerrados, tan cansado, tan increíblemente tierno y sonreí queriendo besarle.

Quiero ser el unico que te muerda la boca.
Quiero saber que la vida contigo no va a terminar.


Entonces, remenbrando el sentimiento de su 'zona de estudio' me acomodé cerca a su oído percibiendo el suave olor a su colonia. "Hoy te he amado" dije con todo el cariño que me abunda por él y con la sinceridad más sincera que pueda albergar. Sentí sus brazos sostenerme con fuerza y un beso acariciarme la boca.

"Yo tambor"

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