Dísese que las mujeres tenemos el don de poseer corazonadas, esa clase de cositas que te picotean el alma, los nervios, la ansiedad, avisando cosas, hechos, sucesos, personas.
Ahora, yo estoy teniendo una.
En un pasado, yo tuve muchas. Todas -casi- siempre estaban dirijidas hacia una persona y su posible relación con otra y bueno, aparentemente no fallé o fallaron. No con ello me ratifico adivina en mis relaciones, menos aún, para mí fue un poco incómodo ir sabiéndolo porque bueno, nadie quiere saberlo realmente.
En fin, ¿qué sucedería si, ahora que me considero feliz, que me siento feliz, siento nuevamente esas corazonadas? Pocas veces les he hecho caso, pocas en verdad, prefiero tenerlas ahí, flotando y apañandome de a ratos, molestandome, cegandome los ojos en mis momentos de tristeza suma pero ahí, solamente ahí.
Porque, diablos, te estimo tanto, y no quiero creer.
Entonces, ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué la mente se empecina en generar estos pensamientos tan idiotas? ¿Tengo que hacerles caso? ¿Y si me cuesta ignorarlos? ¿Y si no puedo dejar de pensar en ellos? ¿Qué haré? ¿Cómo le miraré?
Si pregunto, ¿Me dirás la verdad?
1 comentario:
Sí, te diré la verdad, porque eso es lo único que puedes descubrir en mí, la verdad. No quiero, tengo ni debo por qué mentirte, no con ese tipo de cosas, porque te estimo, te estimo de verdad, muy por en cima de que te quiera mucho, tengo estima por ti. ¿Y qué es la estima? Es la capacidad de decir la verdad para no hacer sentir infeliz a una persona.
Si tienes corazonadas, sólo dímelas, no tengo reparo enr esponderte alguna, y no tengo reparo en decirte la verdad.
Es más, yo creo que sábes cómo soy cuando algo me pasa y no tienes que menguarte cuando quieras decir algo. Tampoco tengo porqué cuestionarte. Eso me gusta, no tengo por qué. Y si lo hago, no tienes por qué darme explicaciones de nada. Pero sí puedes reclamarme si te hago llorar, si me robo un poco de tu alma o de tu corazón, por ello sí puedes reclamar.
Te quiero. Te quiero mucho.
Besos!
Publicar un comentario