viernes, 27 de noviembre de 2009

Hay veces que quiero llorar

No se supone que deba decirlo, no se supone aún menos que lo escriba, no se supone que deba sonar tan obvio considerándome humana; no obstante, sucede, lloro como cualquier persona.

Me han dicho que mi llanto es muy lastimero, quizas es porque se siente así, el sufrimiento. Mis lágrimas suelen ser saladas, agotadoras y cortantes, me duelen y calientan turbándome el rostro. Suelen ser pequeñas gotitas transparentes, redondas que enrojecen mis ojos hasta volverlos amarillentos. Contrastan con el fondo carmesí de las arterias inflamadas y el vacío infinito que soy capaz de develar.

No me gusta que me vean llorar, es como si potenciara el momento pero, a la vez, lo refrena, yo me refreno. No, no quiero que me vean llorar.

Hay temporadas, estaciones, meses, semanas, años y días destinados para llorar, sufrir un poco, desintoxicarse de las lágrimas que ya no pueden contenerse, que no deben contenerse, ¡que no deberían contenerse! En esos periodos de tiempo me encierro en mi cuarto, me siento en mi cama o me acurruco en una patetica posición fetal para poder morderme los labios a escondidas y percibir el trayecto de cada pedacito de cristal que camina tortuosamente, como en un vía crusis, por mi rostro sonrosado en las mejillas y pálido en el resto.

Hay veces que quiero llorar por cosas tontas, por peleas superficiales a simple vista, pero que me afectan terriblemente. Hay veces que quiero llorar por comentarios de mis amigas, por sus prejuicios, por sus acusaciones, por aquello que no dicen pero que sé, por defraudarlas (o defraudarlos), por los líos entre ellas y los de sus familias, por las veces que no puedo ayudarlas, por las veces que no son felices, porque las (los) extraño. Hay veces que quiero llorar por mis antihéroes, por mis padres, por no ser lo suficientemente dulce o inteligente, por no saber si soy buena hija o hermana, por no hacer bien mis trabajos, por preocuparles, por olvidar los detalles importantes, por no conseguir lo que ellos quieren, por ser lo que ellos quieren.

¿Sería incómodo que diga que he llorado por chicos? Creo que muchas mujeres lo han hecho y lo lamento porque la mayoría de las veces, esos llantos son inútiles, nada logran cambiar. He llorado por su mirada lejana, pero tamién por la cercanía de su amor, he llorado por el miedo a lo desconocido y por la alegría de conocerle, he llorado por la falta de sus besos y por sentirlos en mis labios. Tan tontamente he despecidiado y sobrevaluado pequeños pedacitos de mí en momentos "inadecuados", con gente "inadecuada".

Pff...

Hay veces que quiero llorar por cansancio, a veces por enfermedad, por soledad, por aburrimiento, por desazón, por desamor, por imperfección, por tantos motivos que quizas no valen la pena; sin embargo, derriten esa frialdad bien disimulada y se deslizan como dagas, como armas punzo-cortantes que no deben decirse. No, no deben.

Como cualquier ser humano, como mujer, como estudiante, como blogger, como escritora

Hay veces que quiero llorar, pero shh... nadie debe saberlo.

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